jueves, 20 de octubre de 2016

Hay libros digitales...





Una de las cosas buenas que ofrece internet –entre tantas malas o estúpidas- es la enorme cantidad de libros digitales y otros recursos de libre acceso. Esto facilita notablemente las posibilidades de adquirir una mejor formación doctrinal-religiosa. Por esta razón hemos puesto enlaces a bibliotecas digitales. Las cuales se pueden complementar con otros recursos audiovisuales.
Pero a veces pareciera que Dios le da pan al que no tiene dientes. No por Dios, claro está, que es Providente; sino porque nunca falta quien no quiere aprovechar las oportunidades que se le ofrecen. Más bien habría que decir, en algunos casos, que Dios da el pan a quien no quiere comerlo.
No tratamos de quienes desprecian el conocer las verdades necesarias para salvarse. Sino de aquellos que, conociendo su Catecismo elemental, tienen tiempo para escribir en bitácoras y comentar en foros, metiéndose en temas que requieren mayores conocimientos que las nociones básicas de la catequesis.
Si uno no sabe más que lo elemental, puede entrometerse en asuntos más complejos, e interactuar con otras personas, con buenas disposiciones: el deseo de conocer verdades, profundizar lo que se sabe de modo superficial, prevenirse contra posibles errores… buscando honestamente la verdad. Y es raro que con buenas disposiciones no encuentre a otro que quiera ayudarle a mejorar en sus conocimientos.
Pero uno puede hacer lo anterior con malas disposiciones. Y así incidir en distintas patologías virtuales. Como somos pecadores, no estamos para tirar piedras, ni primeras, ni últimas.
Todos podemos hacer algo para mejorar. Los libros digitales pueden ser una ayuda. Si antes de meterse en un tema teológico que se ignora, uno se toma la molestia de leer las voces elementales en algún diccionario teológico, seguramente podrá comprender mejor el significado de lo que otros dicen, evitar hacer comentarios lamentables o fastidiar una conversación interesante. Por ejemplo, en el sitio obrascatolicas hay dos diccionarios de Teología orientados a la divulgación (el de Dogmática, de Parente; y el de Moral de Roberti) que permiten informarse del estado de una cuestión antes del Vaticano II con la seguridad doctrinal de la Escuela Romana. Consultando estas obras no agotará el tema, pero al menos tendrá un mínimo común para dialogar.
¿Y qué pasa si uno no quiere hacer nada para mejorar su formación y demuestra que no está bien dispuesto? Lo menos que puede decirse es que no tendrá derecho a quejarse si no le publican sus comentarios o si nadie los responde. Como decía Castellani, el castigo para quien no ama la verdad es quedarse sin ella. Y si además de no amar la verdad, por las malas disposiciones, uno se cree en posición de lanzar anatemas y de poner etiquetas sin ningún fundamento teológico, inevitablemente hará el ridículo.

1 comentario:

Platense dijo...

Un palo muy caritativo para uno que yo se. Que no creo que se entere porque su natural se lo impide.-