sábado, 8 de julio de 2017

Devotio moderna y liturgia




En una entrada ya publicada comentamos acerca de un rasgo de la devotio moderna: el menosprecio por la Liturgia como fuente de piedad personal. El cardenal Antonelli señalaba la «tendencia individualista creada y divulgada por la devotio moderna» como causa de un proceso de «clericalización» de la Liturgia: «los fieles son simples espectadores obligados a asistir sin entender y sin tomar parte de lo que se está desarrollando»
La presente reproduce páginas de un libro que explican mejor esta característica de la devotio. La bastardilla está presente en el original, mientras que los subrayados nos pertenecen.
El empleo de la expresión devotio moderna data de finales del siglo XIV y se sitúa en el área geográfica flamenca. Se trata de una corriente espiritual que nació en los Países Bajos por obra principalmente del diácono holandés Gerardo Groote (†1384). Esta corriente tomó cuerpo en las congregaciones agustinas de Canónigos regulares y en las asociaciones de vida común, siendo enriquecida, a partir de finales del siglo XV y comienzos del XVI, con diversos escritos ascéticos y místicos, especialmente con La imitación de Cristo, obra del canónigo agustino alemán Tomás de Kempis (†1471), considerada como la obra más significativa de esta espiritualidad.
Caracterización de la devotio moderna
La devotio moderna viene a confirmar la expatriación del pueblo con respecto a la liturgia; y no solo del pueblo, sino también de importantes círculos espirituales. El acento se pone en la interioridad que debe preceder a cualquier otra forma de encuentro con Dios. Tomás de Kempis insiste en la «soledad del corazón y del cuerpo» en cuanto medio para la oración auténtica y fructuosa. El nacimiento, la infancia, la vida y la pasión del Señor se convierten en objeto de contemplación; una contemplación y una plegaria que se hace con el corazón y que precede siempre a cualquier otra oración hecha con palabras, incluida la oración litúrgica. Se precisa cerrar las puertas de los sentidos para escuchar lo que dice Dios. Para este modelo de espiritualidad, conviene prescindir de los sentidos externos para poder escuchar sin distracciones a Dios, llegando a una devoción sumamente intimista. Se da, pues, un distanciamiento con respecto al encuentro con Dios en la acción litúrgica de la Iglesia, que, por implicar a toda la persona, convoca a los sentidos del cuerpo y a las facultades del alma.
Se intentará espiritualizar las celebraciones litúrgicas con métodos de oración que robustezcan el convencimiento sobre la vanidad del mundo, la trascendencia del juicio de Dios y del amor de Cristo. Para la devotio moderna, la vuelta a la vida interior auténtica requiere, si no la superación, sí, al menos, la relativización del rito. Surge de aquí el individualismo religioso: la salvación ya no se concibe como una realidad donada, como una acción sagrada que, al ser celebrada, actúa salvíficamente el misterio de Cristo, sino más bien como resultado de un empeño psicológico asistido por la gracia divina.
Si tuviéramos que escoger un texto que mostrara el clima de la devotio moderna, propondríamos estos fragmentos del De imitatione Christi:
El que me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá luz de vida. Estas palabras son de Cristo, y por ellas somos invitados a que imitemos su vida ysus costumbres, si queremos ser librados de la ceguera del corazón, y verdaderamente iluminados. Sea, pues, todo nuestro empeño pensar en la vida de Jesús.
Cuando Jesús está presente, todo es bueno, no hay cosa difícil; mas, cuando está ausente, todo resulta gravoso. Cuando Jesús no nos habla por dentro, vano es el consuelo; pero, si Jesús habla una sola palabra, se siente un gran consuelo. ¿Acaso María no se alzó del lugar donde había llorado, cuando Marta le dijo: «el Maestro está aquí y te llama»? ¡Oh bienaventurada la hora en la que Jesús llama de las lágrimas al gozo espiritual! ¡Cuán seco y duro eres sin Jesús; y cuán necio y vano si codicias algo fuera de Él! Dime: ¿no es este peor daño que si perdieses el mundo entero? ¿Qué puede dar el mundo sin Jesús?
Oiré lo que diga el Señor en mí. Bienaventurada el alma que oye al Señor que habla en ella, y de su boca recibe palabras de consolación. Bienaventurados los oídos que perciben lo sutil de las inspiraciones divinas, y no cuidan de las murmuraciones mundanas (…). ¡Oh alma mía!, fíjate bien en esto, y cierra las puertas de tus sentidos para que puedas oír lo que el Señor, tu Dios, habla en ti.
Señor Dios mío, derrama la bendición de tu dulzura sobre tu siervo, para que merezca llegar digna y devotamente a tu augusto Sacramento (…). En la simplicidad de mi corazón, con fe recta y firme, me acerco a ti, Señor, lleno de respeto y esperanza, y creo verdaderamente que estás aquí presente en este santo Sacramento, Dios y Hombre. Y puesto que quieres, Salvador mío, que yo te reciba, y que me allegue a ti en caridad, imploro y suplico a tu clemencia que me sea dada una gracia especialísima por la que me derrita enteramente en ti, y rebose de amor a fin de no distraerme en ningún otro consuelo. 
Tomado de:
Arocena, F. Teología litúrgica. Una introducción. Ed. Palabra, Madrid (2017), pp. 251 y ss.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No pretendo ridiculizar a nadie, ni insultar ni nada, y soy consciente de que puede sonar mucho a falacia ad hominem y lo entiendo, pero: refriendo a teólogos como este, ¿como explicar que vean bien la reforma litúrgica?
Porque resulta evidente que este hombre (y muchos otros) sabe muchísimo más que un wanderer o un infocaótica. ¿Por qué quienes saben la ven bien?
Así, ¿por qué aquí se ve como algo peor, hecha la reforma de forma horrorosa...?

Gracias de antemano.

Anónimo dijo...

A mi me dieron la Imitación de Cristo a los 17 años... Yo era un muchacho algo tímido o con poca vida social y creo q me hizo daño en cierto sentido porque "reforzó" con argumentos religiosos aparentemente tradicionales mis deficits psicológicos.

Quizás hubiera sido mejor q me hagan leer solo el Evangelio.

En aquellos años me gustaban las lecturas de autores espirituales mas q las del Evangelio.

Ahora q tengo mas de 40 veo q el fiel de la balanza esta en el Evangelio leído a la luz de los Santos Padres... Y q es de profundidad infinita...

Juancho el del Sur de GBA.